Por Rodrigo Silva Barros.
Figura 1
Los judíos de Israel no son de la etnia israelita.
Son una mezcla de idumeos semitas y turcos
Khazaritas, cuyos descendientes emigraron a Europa, mientras otros
permanecieron en la península de Crimea. Ellos son como nosotros,
árabes o europeos, gentiles. Sin embargo son talmudistas.
Israel bajo el Imperio Romano se dividió en tres
naciones: Galilea, Samaria y Judea. Nuestro Señor Jesucristo vino a
sus propios hermanos de raza, es decir, a los israelitas raciales que
vivían en esos tres países: unos eran samaritanos, otros galileos y otros de
Judea. Él no vino a los idumeos y tampoco a los judíos genéricos,
los cuales se nombran en el griego bíblico como Ioudaios. Es muy
importante que esto quede claro. Los judíos-judeanos ( Ioudaios )
fueron los hijos de Israel de la tribu de Judá (y no de Judea ) se
mezclaron con los idumeos conquistados y asimilados por Juan Hircano, al
ser obligados por él a convertirse a la tradición religiosa oral de los
israelitas. A modo de ejemplo, el rey Herodes el Grande era un
edomita o idumeo que, bajo el Imperio Romano, usurpó el
trono de Israel.
Figura
2 Juan Hircano
(Yohannas)
Es importante destacar que Herodes inició un
mestizaje racial entre él y la hija del sumo sacerdote de Israel, una mujer de
increíble belleza, Mariamne I. Ciertamente, este ejemplo dejó
una profunda impresión en el partido de los herodianos, los
sacerdotes saduceos que juzgaban que Herodes era el Mesías. Sin duda, los
herodianos imitaron a su jefe al fusionarse los levitas con los idumeos.
De esta manera, la pureza obligatoria de linaje levítico, la
élite sacerdotal al cargo del Templo de Jerusalén y el Sanedrín, fue poco
a poco desapareciendo, incluso antes del nacimiento de Cristo.
Estos hechos explican cómo surgió una nueva élite sacerdotal, en
parte israelita y en parte idumea. Esta élite mestiza la constituían los saduceos que
se enfrentaron a nuestro Señor Jesús. Los esenios, originalmente saduceos
dejaron una vasta obra literaria apocalíptica en su lucha contra los nuevos
saduceos. Parte de la vasta obra literaria apocalíptica contra
los nuevos saduceos de los esenios sobrevivió en las
cuevas de Qumran. Los esenios se tenían a sí mismos como racialmente
puros.
Figura 3.
No es irreal suponer que José
Caifás, el sumo sacerdote que juzgó penalmente [1] a Jesucristo,
nuestro Dios, haya sido un mestizo edomita.
De todos modos, los idumeos, y los herederos de las
tribus de Judá y de Benjamín vivían juntos en Judea, y
por ello se les nombra indistintamente como judeanos.
Debido a que Idumea estaba al sur de Judea, los idumeos se convirtieron a
la tradición oral de los hijos de Israel y habitaron principalmente en Judea.
De todo ello aparece claro porqué los evangelios narran que Herodes se
acongojó con toda Jerusalén cuando supo que el Mesías había nacido en Belén
(Mateo 2). Él temía, [junto con la élite idumea/israelí de Jerusalén] que el
verdadero Rey de Israel reclamase el trono a los idumeos mezclados con
la elite de la ciudad. Ya se había cumplido el tiempo para que apareciera
el Mesías según el cómputo de las Semanas proféticas de Daniel.
Muchos en Israel estaban expectantes, por lo que aparecieron varios candidatos
a Mesías en varios lugares. Herodes reaccionó ante el
nacimiento de Dios encarnado matando a los niños israelitas de Belén. De
esta manera, él claramente se anticipó a las tendencias deicidas de
los idumeos. Herodes mató incluso a un bebé hijo suyo,
para que ni siquiera alguien de su descendencia reclamase ser el
Mesías.
Sobre el término Ioudaios
Figura 4
Para ver un ejemplo de cómo el término “judío”
es un término genérico, podemos citar el apóstol San Pablo. Afirma ser un Ioudaios
(Gálatas 2:15). Pero, añade, de la tribu de Benjamín (Ro.
11:1). Es decir, San Pablo es un judeano, Ioudaios, (no Judaíta)
porque vivió en Judea, y de Benjamín porque nació de esta sangre. Es
significativo que Cristo nunca dijo de Sí ser un Ioudaios. Él no lo
era. No vivió en Judea. Él y su familia fueron nazarenos, porque
vivían en Nazaret, en Galilea (Mt 2:23). Sin embargo, eran de
sangre judaíta.
Marianne, esposa de Herodes.
Figura 5
En verdad, el término “judío” es tan elástico que puede
significar incluso a los peregrinos extranjeros de paso por Judea (Hechos 2:5).
San Pablo dice que nosotros somos Ioudaios espirituales
(Romanos 2:28-29). Pero hay que entenderlo como una metonimia de
“Israelitas”, el verdadero pueblo escogido. El israelita, es bien
sabido, comprendía una amalgama de gentes en el tiempo del Nuevo Testamento. Es
algo parecido al término con que se alude a los hispanos en USA, a los
que indistintamente llaman “cucarachas”. La ofensiva palabra
lanzada contra todos los inmigrantes es un ejemplo de metonimia. Estas
nominaciones culturales, como la de judeanos, a menudo cambia
con el tiempo, pero ésta fue conservada en la Biblia. Así el término de
Ioudaios espiritual, no significa “judío“. Esta es una
palabra que surgió en el siglo XVIII, que incluye
también a algunos europeos orientales. Y, tampoco significa “edomitas“,
que eran descendientes de los cananeos
Poncio Pilato se
mostró irónico con nuestro Señor cuando ordenó a sus soldados escribir en el
título de la cruz de Cristo, “Jesús de Nazaret, Rey de Judea.” Como si
dijera: “João VI de Lisboa, Emperador de Brasil “. Para Pilato, era
ilógico que los enemigos de Cristo afirmasen que era un rey usurpador de
Judea ( Ioudaia ), porque Él era galileo. Era más lógico que
sus detractores alegasen que Cristo quería ser el rey de Galilea. Pilato se dio
cuenta de la conducta insidiosa de los enemigos de Cristo.
La era de Edom
Después de la completa
destrucción de Jerusalén en el año 70 y la siguiente
revuelta de Bar Cochba en el siglo II, los israelitas e
idumeos virtualmente
desaparecieron de Palestina. La suerte de los
israelitas fue más trágica y cruenta que la de los idumeos. Porque fueron
sometidos a sucesivos y diversos
eventos de extinción global a manos de los
romanos, después de la destrucción de Jerusalén.
Pero los idumeos de tradición religiosa
israelita que no sufrieron esas calamidades en Palestina se volvieron
una colonia ínfima en el país.
Judas Macabeo (levita)
figura 6
Esta situación se mantuvo sin cambios hasta la
conquista musulmana de Palestina en el siglo VII. Ella causó
una migración de la población idumea hacia Europa, movimiento que se aceleró
profundamente cuando el poderoso imperio de Khazaría se
convirtió al Talmudismo en el siglo VIII. Los musulmanes
empezaron una campaña agresiva de expansión global en los territorios
comprendidos en el Imperio Romano de Oriente. Llegaron así a las puertas
de Khazaría. Como el talmudismo es una religión monoteista cuya
apariencia está proxima del mahometismo, los khazares se
convirtieron al talmudismo en el siglo VIII, con esperanzas de que les
trajese un entendimiento o detente con los musulmanes.
La conversión de Khazaría llevó a los idumeos fariseos de la diáspora
a que se trasladaran masivamente al Imperio Khazar.
Tras la caída del Khazaría bajo el entonces Duque
de Kiev en el siglo X, los judíos se mezclaron con los
turcos khazaritas, y se propagaron a través de Rusia y Europa
Central. Sobre todo por las regiones del Volga, Polonia y Hungría.
Esa mezcla racial constituye el pueblo azquenazi
como hoy es conocido. Esa es la razón por la que el Señor
Jesús es tan diferente físicamente de un judío común de hoy día. [1] .
Cristo no es un judío. No lo es ni religiosa ni cultural ni
geográficamente ni tampoco racialmente. Sin embargo, él es físicamente un
puro jafetita.
Moneda de Khazar, con la estrella de seis puntas
símbolo nacional khazarita (Curiosamente también de los sionistas)
Figura 7
Aquellos trágicos sucesos desvelan el porqué de la
inexistencia virtual de una población practicante de la religión talmudista
en la Palestina anterior a la llegada de los sionistas, en el siglo XIX.
El Sionismo es llamado falsamente el movimiento de retorno de los israelitas a
Israel. Y también explica por que la constitución genética de los
judíos asquenazis es tan diferente de
la de los habitantes originales de Palestina y es más
cercana a la de los eslavos.
Moneda de Bar Cochba con el verdadero símbolo
nacional de Israel de una palmera con los siete ramos unidos al tronco
como el candelabro del Templo
Figura 8
Khazaría
Figura 9
Así que definitivamente, Jesús no vino para los
judíos; Él no es hermano racial de los judíos y siendo el retoño la
monarquía davídica, Jesús no es el Rey de los judíos. Él es un judaíta de la
tribu de Judá, el es el Rey de Israel. En su ministerio terrenal,
Cristo vino para la gente de su raza, como sus santos Apóstoles. Sólo después
de terminar su ministerio terrenal, después de que Él resucitara y
ascendiera al cielo, Él ordenó que la nueva fe se expandiera por
todo el mundo, en medio del cual estaban los favorecidos hijos de Jafet,
para que así se realizara la división del mundo tal como había sido
determinado por el Patriarca Noé. Hasta entonces
Él había dejado muy claro quién era de la Casa de Israel, su pueblo por
la sangre, y quién no lo era.
Como se ha visto, los judíos no son el pueblo
elegido. Pero en hay que reconocer que, CASI lo
fueron: Lo serían si Esaú, padre de Edom, no se hubiera
casado con mujeres cananeas y si no hubiera vendido los derechos de
primogenitura a su hermano Jacob. Pero el Señor nuestro Dios
es soberano. Él ya había escogido a Jacob mucho antes de que él naciera y había
revelado su decisión a la madre durante su embarazo.
La raíz abrahámica de Idumea
Los edomitas son los descendientes de Esaú,
hijo de Isaac y nieto de Abraham. Él se casó
ilícitamente con mujeres cananeas, hititas [3] , en una época en que el Imperio
hitita estaba en su apogeo y se extendía hasta el desierto de la
península del Sinaí. Sus descendientes probablemente hicieron lo mismo. Esa fue
la razón por la que el Señor le había rechazado en favor de su hermano Jacob,
y por la que el linaje de Canaán fue maldecido a
sufrir servidumbre, por Noé (Génesis 9:25). Noé tenía, como patriarca de
toda la humanidad, autoridad para dividir el mundo entre sus hijos.
Esaú, el patriarca de los edomitas, fue odiado por
Dios (Romanos 9:13); Él también odió a los cananeos. Una razón de este
odio es que durante siglos, los idumeos lucharon sin tregua contra Israel
hasta su derrota final a manos del macabeo Juan Hircano. Por lo
tanto, la Biblia atestigua que los descendientes de Esaú permanecen bajo
la ira de Dios para siempre (Malaquías 1:4). Si bien, en la Biblia, Moisés reconoce
que los idumeos son parientes (mestizos, por supuesto) de los israelitas.
Como en una ironia macabra, los hechos
históricos demuestran que el supuesto pueblo elegido
realmente perseguió al verdadero pueblo elegido.
[Los idumeos no sólo no son el pueblo elegido, ya
que luchó contra el pueblo escogido. De hecho, la lucha prosigue en sus
descendientes de hoy día. Unas veces insidiosamente,
fundamentalmente en las sectas heréticas de los principios de
la Iglesia, mediante la usura, la trata de blancas, la trata de esclavos,
el apoyo a los moros en su expansión, con la invención de la pornografía
moderna, con la lucha contra la organización de los países mediante el
nacionalismo (excepto en Israel, por supuesto), etc. Otras veces, violentamente, como
en la persecución de Nerón a los cristianos, con el
liderazgo de la masonería en la Revolución Francesa y
con el derrocamiento de las monarquías cristianas, en la guerra de los
cristeros mexicanos, y en la Guerra Civil Española mediante la República;
en la formación del Ejército Rojo con la masacre de
millones de eslavos cristianos en Rusia y en Ucrania etc. Hasta el día de hoy,
metafóricamente hablando, Esaú intenta reprimir a Jacob de
todas las formas posibles, debido a la envidia y al odio incurable.
La culpa de los judíos no se ve disminuida por el
hecho de que sean gentiles. Porque Cristo denunció a los fariseos y a los
prosélitos gentiles que serían el doble de hijos del infierno que sus amos. Si
un gentil abraza la tradición oral que condenó a Cristo, se hace
partícipe de todas las maldiciones de la ley de Moisés (Gálatas
5). Pero el pecado de los judíos no es el de apostasía, porque no
pertenecen a Israel. Es el pecado de incredulidad, agravado por la
participación de sus antepasados en la crucifixión de nuestro Señor. Esto se
debe a que, dada la realidad de las razas y etnias, todos somos copartícipes
de los pecados de nuestros padres por nuestra impenitencia,
si seguimos celebrando o repitiendo sus conductas pasadas.]
La salvación no vino de los Judios
Si Cristo no vino para los judíos, porque Él
no es el rey de la tierra de los judíos, ¿por qué la Biblia dice que la
salvación viene de los judíos?
Vosotros adoráis lo que no conocéis: nosotros
adoramos lo que conocemos: porque la salvación viene de los judíos. (Juan
4:22)
La respuesta es simple: la Biblia de
ninguna manera dice eso. El versículo anterior es una traducción inexacta.
En el original griego, la palabra “judíos”, usa el término Judeanos ( Ioudaion ).
La palabra, en su original, denota una ubicación geográfica,
personas que se encuentra en, o en tránsito a través de (en este caso de) Judea,
como se ha dicho. Y por ello no se refiere a una etnia.
Por otra parte, estrictamente dice que la salvación
viene de Judea (en el sentido de pertenencia). En el original, la proposición ek,
significa entre otras cosas, “delante de”. Es decir, que no dice precisamente
que la salvación es (o viene) de Judea, sino que está en entre los
judeanos o en el camino a ellos. Esto se debe a que Cristo, la salvación,
se hallaba presente en Judea, salió de Judea y fue a pie hasta Sicar en
Samaria, la cual queda a distancia, pero está en el camino de Judea. El
versículo tiene un sentido literal de dirección.
Una traducción más literal es la que se presenta
abajo:
Vosotros adoráis lo que no conocéis: nosotros
adoramos lo que conocemos; porque la salvación está [presente] delante de
los judeanos.
You worship what you don’t
know. We know what we worship, because the salvation is [present] forth from
the Judeans.
Cristo estaba hablando con una mujer samaritana –
israelita como los moradores de Sicar. Para simplificar el diálogo, a fin
de no tener que matizarlo y entrar en detalles innecesarios, Cristo usó los
mismos términos que ella utilizó. Cristo dijo “judeanos” y no judíos
porque fue la mujer la que mencionó primero la palabra. Si no lo hubiera hecho,
habría tenido que demorarse explicando a la mujer. Por tanto, optó por
utilizar un juego de palabras: Él se limitó a decir que la salvación, es decir,
Él mismo, se hallaba presente en el territorio de Judea. Él utilizo una
expresión sutil, [está delante de los judeanos] porque entre los
judeanos se contaban los idumeos, y obviamente su ministerio terrenal de
Mesías, no iba dirigido a ellos. Ni siquiera afirmó que Él era judeano,
aunque no estaría equivocado si lo afirmase porque estaba de paso.
La sutileza del Señor también se debe al hecho de
que quería que la mujer se diese cuenta por sí misma de que Él era la
salvación. Estaba hablando de Sí mismo con la mujer, como salvación que
estaba de paso [ante ella].
Por otra parte, nuestro divino Señor también se
estaba refiriendo a muchos hechos históricos. Le dijo a la mujer que los
samaritanos no conocían al Padre, porque desde el rey David, el
lugar donde el Dios Trino debía ser adorado se trasladó de Shiloh en
Samaria a Jerusalén, en Judea. Los israelitas del Sur (los hijos de
Judá) algunas décadas después del traslado, se separaron de sus hermanos
del Norte. La secesión causó en el Norte, de donde venían los contemporáneos
samaritanos, una rápida degeneración en el culto de la religión mosaica. En
tanto que la religión se conservó más pura en Judea, es comprensible que
el Señor hubiera dicho que el Padre había sido más dignamente adorado en Judea.
Mientras en Samaría no lo había sido.
La lucha religiosa entre el Norte y el Sur es un
hecho permanente en la historia de Israel. Juan Hircano destruyó
el Templo que
los samaritanos habían erigido al Señor. El Templo se
hallaba justamente en el sitio donde Cristo dialogó con la mujer. De
hecho el diálogo tenía un trasfondo profundamente nacionalista.
El Señor centró su ministerio en Israel, fuera de
Samaría, aunque hubiera israelitas en ella, como lo eran la mujer y los
hombres del lugar. Pero como los samaritanos habían recibido menos atención por
parte del Señor, era justo decir que los samaritanos no conocían al Padre
tan bien como el resto de Israel que veían a Cristo personalmente. Cristo es la
imagen del Padre.
En otras palabras, el diálogo entre Cristo y la
mujer era una discusión estrictamente geográfica y nacionalista sobre el lugar
donde estaba la salvación (estaba frente a ella, en realidad) y
donde Dios debía ser adorado en la religión mosaica. El tema de ella no era la
posesión de la salvación. La reyerta de los samaritanos contra los demás
israelitas era precisamente la cuestión geográfica del lugar donde
Dios debía ser adorado. Desde la secesión, Samaría quería restaurar
el culto a dios exclusivamente en Silo.
Estas son las cosas que esconde, las traducciones
inexactas. No tienen nada que ver con los judíos.
Notas.
1.
Varios documentos
históricos (por ejemplo, el informe de Publio Léntulo a Tiberio César, la
entrevista de Gamaliel, etc.) describen a Cristo con el pelo
rubio y rizado al lado de sus orejas y liso en otras parte de la cabeza, y con
los ojos azules. Aunque la simulación del aspecto actual de la Sábana Santa
muestra a Cristo con pelo castaño y los ojos negros. David y Salomón, los
antepasados de Cristo, también eran rubios, como lo dice la Septuaginta, la
verdadera Biblia. La iconografía romana hace esto
evidente y la ortodoxa también lo
presenta así , aunque con menor precisión. Este
detalle es importante porque el sionismo, para atraer la simpatía de los
cristianos, hace una representación política y maliciosa de Cristo como
si fuera un judío común. Así que los estudiosos modernos, erróneamente suponen que
los judíos son israelitas, y niegan fanáticamente el valor de esta tradición.
Eualquier caso, son impresionantes las palabras de Poncio Pilato a Tiberio César, que forma parte de esta tradición:
“Yo podría haber sospechado tan grande era la diferencia entre [Jesús] y los que escuchaban. Sus cabellos dorados y su barba le daba un aspecto celestial. Parecía tener unos treinta años de edad. Nunca había visto una cara más dulce y serena. Qué contraste entre Jesús y sus oyentes [que tenían] barba negra y tez oscura!
El interés de representar a Cristo como de la propia no es aplicable sólo a los Judios. Los chinos, los hispanos y los negros también tienen esta práctica.
Eualquier caso, son impresionantes las palabras de Poncio Pilato a Tiberio César, que forma parte de esta tradición:
“Yo podría haber sospechado tan grande era la diferencia entre [Jesús] y los que escuchaban. Sus cabellos dorados y su barba le daba un aspecto celestial. Parecía tener unos treinta años de edad. Nunca había visto una cara más dulce y serena. Qué contraste entre Jesús y sus oyentes [que tenían] barba negra y tez oscura!
El interés de representar a Cristo como de la propia no es aplicable sólo a los Judios. Los chinos, los hispanos y los negros también tienen esta práctica.
2.
Por “desaparecidos”,
queremos decir que los israelitas incrédulos no sobrevivieron. ¿Se refiere a
este genocidio, simbólicamente el libro del Apocalipsis (Ap. 8-9).
La Tradición de la Iglesia da testimonio de que el linaje israelita de de los cristianos se conservó después del genocidio, a pesar de que la información genealógica se perdiera. hay que tener en cuenta que los cristianos israelitas recibieron una revelación divina y fueron instruidos por Dios para huir a Pella, en Jordania, al ver la profanación del Templo de Jerusalén producida a manos de los celotes israelitas – los celotes establecieron su cuartel general en el Templo y nombraron sacerdotes a gente extraña a los levitas. Esta profanación fue considerada la señal dada por Cristo para que los cristianos abandonaran inmediatamente Judea (Mt 24), hecho que precedió a la destrucción del Templo a la toma de Jerusalén.
Más allá de cualquier duda, la estirpe de los israelitas sobrevivió, incluyendo a los miembros de las tribus levitas, y muchos de ellos gobernaron la Iglesia como obispos.
Sin embargo, la Iglesia no se cuidó de conservar los registros genealógicos porque quería expresamente descuidarlos por medio de los Apóstoles (1 Timoteo 1). El mantenimiento de los levitas no era ya necesario debido a las características de la nueva fe cristiana, y los Santos Apóstoles quería evitar el orgullo y la vanidad que pudiera originarse dentro de la comunidad cristiana y se optó por no correr el riesgo de dividir la Iglesia.
Podría decirse que en los primeros años de la Iglesia, había una segregación racial de hecho entre los gentiles e israelitas (Gálatas 2:11-21). Y esta segregación fue uno de los primeros síntomas de las controversias doctrinales que la Iglesia se vio obligada a zanjar. Todas ellas se referían a la validez de la conversión de los gentiles y a la relación de la gracia divina con las tradiciones religiosas (pre-talmúdicas) de los israelitas. El mantenimiento de esta información genealógica podría perpetuar y agravar la tensión racial.
Por tanto, a diferencia de los talmudistas israelistas antecedentes del Israel moderno, es muy probable que algunos cristianos árabes e iraníes, e incluso muchos de los europeos que tienen el fenotipo de Cristo, son descendientes directos y legítimos de la raza de Cristo y de los Santos Apóstoles.
La Tradición de la Iglesia da testimonio de que el linaje israelita de de los cristianos se conservó después del genocidio, a pesar de que la información genealógica se perdiera. hay que tener en cuenta que los cristianos israelitas recibieron una revelación divina y fueron instruidos por Dios para huir a Pella, en Jordania, al ver la profanación del Templo de Jerusalén producida a manos de los celotes israelitas – los celotes establecieron su cuartel general en el Templo y nombraron sacerdotes a gente extraña a los levitas. Esta profanación fue considerada la señal dada por Cristo para que los cristianos abandonaran inmediatamente Judea (Mt 24), hecho que precedió a la destrucción del Templo a la toma de Jerusalén.
Más allá de cualquier duda, la estirpe de los israelitas sobrevivió, incluyendo a los miembros de las tribus levitas, y muchos de ellos gobernaron la Iglesia como obispos.
Sin embargo, la Iglesia no se cuidó de conservar los registros genealógicos porque quería expresamente descuidarlos por medio de los Apóstoles (1 Timoteo 1). El mantenimiento de los levitas no era ya necesario debido a las características de la nueva fe cristiana, y los Santos Apóstoles quería evitar el orgullo y la vanidad que pudiera originarse dentro de la comunidad cristiana y se optó por no correr el riesgo de dividir la Iglesia.
Podría decirse que en los primeros años de la Iglesia, había una segregación racial de hecho entre los gentiles e israelitas (Gálatas 2:11-21). Y esta segregación fue uno de los primeros síntomas de las controversias doctrinales que la Iglesia se vio obligada a zanjar. Todas ellas se referían a la validez de la conversión de los gentiles y a la relación de la gracia divina con las tradiciones religiosas (pre-talmúdicas) de los israelitas. El mantenimiento de esta información genealógica podría perpetuar y agravar la tensión racial.
Por tanto, a diferencia de los talmudistas israelistas antecedentes del Israel moderno, es muy probable que algunos cristianos árabes e iraníes, e incluso muchos de los europeos que tienen el fenotipo de Cristo, son descendientes directos y legítimos de la raza de Cristo y de los Santos Apóstoles.
3.
De los hititas los
judíos han heredado algunos de sus rasgos faciales por los que son
conocidos: la nariz, la frente, etc.
Figuras
1.
(1)La Sábana Santa
revela la verdadera apariencia nórdica [1] de Cristo, como
descendiente puro Sem. Sem era hermano de Jafet del que los europeos se originan.
El rostro de Cristo es muy diferente del fenotipo turco-europea de un judío
ordinario. Fuente de la figura 1: Prestar
atención al Cielo .
2.
(2)Juan Hircano. Él,
como israelí, tiene un aspecto típico jafetita. Fuente de la figura 2: Wikipedia .
3.
(3)Herodes el Grande.
Busto del siglo I. Al no ser israelita, sino camita, tiene un
aspecto diferente al de los europeos jafetitas. Fuente de la figura 3: Melbourne
School of Theology
5.
(5)Mariamne I. La mujer
levita, segunda esposa de Herodes de apariencia jafetita. Fuente de la Figura 5: Wikipedia .
7.
(7)Moneda Cazar. La
estrella de seis puntas era el símbolo nacional del Império de
Khazaria. Curiosamente, la estrella também es el símbolo do Sionismo,
adoptado por el estado de Israel como símbolo nacional. Fonte da figura
7: Khazaria.
8.
(8)Moneda de Bar Cochba.
El verdadeiro símbolo nacional del antiguo Israel era uma palmera de siete
ramos unidos en un tronco, inspirado en el candelabro del Templo de
Jerusalém. Fonte da figura 8: Biblical Archeology Society.
9.
(9 )Império da Cazária,
século X. Al oeste, el Império Carolíngio. Al sur, el Império Bizantino y el
Califato. Al este, las tribus eslavas. Fonte da figura 9: Khazaria.
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