1 Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones,a quien se le borran sus pecados. 2 Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño. 3 Mientras guardé silencio,mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. 4 Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano,porque día y noche tu mano pesaba sobre mí. 5Pero te confesé mi pecado,y no te oculté mi maldad.Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. 6Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia;caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán. 7 Tú eres mi refugio;tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación. 8El Señor dice:«Yo te instruiré,yo te mostraré el camino que debes seguir;yo te daré consejos y velaré por ti. 9 No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento,y cuyo brío hay que domar con brida y freno,para acercarlos a ti». 10 Muchas son las calamidades de los malvados,pero el gran amor del Señorenvuelve a los que en él confían.11¡Alégrense, ustedes los justos; regocíjense en el Señor!¡canten todos ustedes,los rectos de corazón!
Salmo 32:1-11
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