sábado, 23 de noviembre de 2019
Un Ángel Posó su DEDO sobre NUESTROS LABIOS (PREEXISTENCIA)
Cuando un niño está en el vientre de su madre contiene en sí mismo todo el conocimiento del mundo. Sabe cuántas estrellas hay en el firmamento, cuántas gotas de agua contienen los océanos y cuántos granos de arena cubren todos los desiertos. Conoce los misterios del cielo y las estrellas, y conoce hasta la última letra de la Torah, de hecho esta afirma que todos tenemos contacto directo con nuestro Creador cuando somos embrión, porque antes de ser enviados a la tierra poseemos en nuestra esencia todas las respuestas, solo que son reseteadas por un pequeño instante al que llamamos vida. «Mi embrión vieron tus ojos.» (Salmos 139:16) No hay misterio sobre la faz de la tierra que desconozcas, ni misterio en el cielo o en el mar que no puedas resolver, no hay nada oculto bajo el cielo ni sobre la tierra que no puedas saber, es más, todo esto que te estoy diciendo tú ya lo sabías solo que no lograbas recordar, porque cuando estás a punto de nacer, tu “Ángel de la Guarda” que eres tú mismo, baja del cielo y coloca una gota sobre sus labios para sellar y encriptar todo el conocimiento dentro de él, y le susurra a tu inconsciente dos palabras: “APRENDE y DESPIERTA” Esto es lo que significa ese huequito entre los labios y la nariz, el dedo de su ángel para olvidar lo que vimos allá, esta hendidura es el último puntito que se forma en nuestro embrión, lugar donde se vierte una gota del suero del olvido, el cual resetea toda nuestra memoria divina para dar comienzo a nuestra etapa de aprendizaje carnal y mortal. “Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré” (Jeremías 1:5)
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