Efesios 1:3-5
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo,
4 según nos escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados
hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
Introducción:
El cristiano necesita
saber que no es de este mundo, que su origen no fue esta
tierra, que es un
peregrino y extranjero (Heb 11:13); su ciudadanía no está en
este mundo sino en la
patria celestial. Nuestro Señor Jesucristo sabía de
dónde había venido y
hacia dónde se dirigía (Jn 8:14) y también le dijo a sus
discípulos que ellos
tampoco eran del mundo y que iría a preparar lugar para
nosotros y que vendría
a traernos para llevarnos a ese lugar, para que
estuviéramos donde Él
está (Jn 17:14 y 24). Nuestro principio fue cuando el
Padre de los espíritus
nos creó. Su propósito era que tuviéramos una
eternidad relativa, es
decir que no muriéramos, pero lamentablemente todos
pecamos y fuimos
destituidos de su gloria (Ro 3:23). Fuimos enviados a la
tierra. Salimos de la
eternidad y entramos al tiempo, con el propósito de ser
purificados con la
sangre de Jesucristo, ya que esa es la única forma de
alcanzar vida eterna y
poder regresar a la casa del Padre de donde una vez
salimos (SaL 23:6
BLA). Nadie podrá regresar a su lugar de origen a menos
que se deje limpiar
con la sangre preciosa del Cristo y esto solo se logra
creyendo en El como
nuestro único y suficiente salvador y sometiéndonos a su
voluntad para ser
rociados con su sangre (1 Ped 1:2).
Desarrollo:
La palabra Eternidad
vine del gr. Olam que sig. Eternidad, perpetuidad (que
dura y permanece para
siempre, sin padecer alteraciones) (Stg. 1:17), también
entendemos que
eternidad es un lugar. La Biblia nos dice que nosotros fuimos
bendecidos con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo
(Ef. 1:35), notemos
que en este pasaje, el apóstol nos explica que Dios nos
escogió antes de la
fundación del mundo para que fuéramos santos y sin
mancha y nos
predestinó para adopción como hijos. En ese momento éramos
espíritus y estando en
los lugares celestiales, fuimos bendecidos con
bendiciones
espirituales, y una de estas bendiciones es la esperanza de la vida
eterna en Jesucristo,
la cual se nos prometió desde la eternidad (Tit.1:12).
Para que nosotros
podamos llegar a comprender de nuestra existencia en la
eternidad, es
necesario saber que tenemos un Padre espiritual que es Dios
(Ef.4:6), y que Él es
Sempiterno = que no tiene principio ni fin (Dn.4:34, Is
40:28), y sabemos que
si somos sus hijos porque ya creímos en su hijo
Jesucristo, nos hace
participantes de su eternidad, por ello en (Ro 8:29), la
Biblia dice que a los
que antes conoció los predestinó para ser hechos
conforme a la imagen
de su Hijo (esto se dio en la preexistencia) y que a los que
predestinó, a estos
también llamó (esto se dio en la tierra), y que a los que
llamó a estos también
justificó y que a los que justificó, a estos también
glorificó.
En este estudio
veremos a la luz de la palabra la existencia eterna relativa del
espíritu del hombre,
ya que tuvimos un principio. Cuando nos referimos a
eterna usamos el
término preexistencia que significa existir antes, y que el
hombre no puede llegar
a comprender con su mente humana, la obra que Dios
ha hecho desde el
principio de los siglos, ya que esto solamente se puede
entender con sabiduría
que viene de Dios la cual fue predestinada desde antes
de los siglos
(eternidad) para nosotros (1ª. Cor. 2: 6,7). A continuación veremos
ejemplos de la Biblia
que demuestran lo que hemos explicado anteriormente.
EL ESPÍRITU DESNUDO
(EN LA PREEXISTENCIA):
Job nos dice que fue
vestido de piel y carne, y tejido de huesos y nervios
(Job: 10:11), lo que
nos deja entender que existía su espíritu, pero que aun
no tenía cuerpo, y en
el verso 12 dice: “...y tu cuidado, guardó mi espíritu” y
la Biblia dice que
Dios es el Padre de los espíritus (Heb 12:9). También
sabemos que estuvimos
en la escuela del Padre donde escuchamos su
palabra, lo cual, el
Apóstol Juan, nos dejó escrito (Jn 6:45, 1ª. Jn. 2:7,
24,25). También Moisés
habla de Dios como su refugio (morada) desde
muchas generaciones
(Sal.90:1,2) versión Aramea “...tú has sido nuestro
lugar de habitación
por todas las generaciones”, y deja ver que él estuvo
con Dios antes que
hiciese los montes, y formara la tierra y el mundo.
También David habló de
las misericordias eternas de Dios y de sus
bondades (Salm.25:6),
este verso nos hace ver que David disfrutó de esas
misericordias antes de
las que experimento acá en la tierra (1ª. Cr. 21:13). Y
El que santifica y los
santificados todos son de un mismo origen (Heb.2:11).
El libro de Jeremías
(Jer.1:45), nos habla de que el profeta, antes de ser
formado en el vientre
(cuerpo), fue conocido (su espíritu) por Dios, y
consagrado como
profeta a las naciones; esto nos sucede también a
nosotros antes de ser
engendrados en el vientre de nuestra madre.
EL ESPIRITU VESTIDO
CON CUERPO (AL VENIR A LA TIERRA):
La Biblia dice que por
cuanto los hijos participamos de carne y sangre
(Heb.2:14, Jn.1:14),
Cristo también participó de carne y sangre. El espíritu
preexistencial se
viste de cuerpo en el vientre de nuestra madre (Ecl 11:5,
Sal 139:13).
Por lo tanto si el
enemigo ha sembrado engaño en nuestra identidad, hoy
sabemos que tenemos un
Padre en el cielo, y que hemos venido con
propósitos definidos a
este mundo (1ª. Ped. 1:2), y que no somos fruto de
una casualidad sino
del plan perfecto de Dios.
EL CUERPO REVESTIDO
(AL REGRESAR A LA CASA DEL PADRE):
(1 Cor 15:5253)
El Apóstol Pablo
explicó que en el arrebatamiento se dará
un revestimiento al
cuerpo de las primicias, su cuerpo será revestido de
inmortalidad a los que
estén vivos y de incorrupción a los que ya hayan
muerto. También dice
en (2 Cor 5:12) que gemimos por ser revestidos de
nuestra morada
celeste, en otras palabras, alcanzar el premio de los que no
verán muerte sino que
serán transformados en el aire cuando sea el
arrebatamiento.
Como ya hemos
entendido que salimos de la casa del Padre, entonces es
más fácil comprender
que tenemos que regresar de donde salimos (Ap.
3:12, Isa. 51:11, Sal.
23:6, versión Las Américas), es por eso que acá en la
tierra somos
peregrinos y extranjeros (Heb11:13, Jn.17:14), y nuestra
ciudadanía está en el
cielo (Fil.3:20). Pero para eso es necesario ser
hallados
irreprensibles (1ª Tes 5:23), para que este cuerpo pueda llegar a
ser semejante al
cuerpo de la gloria de nuestro Señor Jesucristo (Fil..3:21),
por eso el Apóstol
Pablo decía: “Puesto que tenemos tales promesas,
limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando
la santidad en el
temor de Dios (2ª Co 7:1), y David decía que no estaría
satisfecho hasta
despertar a la semejanza del Señor (Sal 17:15) y éste debe
de ser el anhelo de
cada uno de nosotros, y creer que el que comenzó la
buena obra, la
perfeccionará (Fil 1:6).
Conclusión:
Al saber que estuvimos
en la eternidad pasada, que venimos de la casa del
Padre y que aceptamos
a Cristo, nos deja bien claro que tenemos una
identidad, que somos
hijos de Dios. Que también tenemos una morada no
hecha de manos y que
es eterna a la cual regresaremos (2ª. Cor. 5:1).
La Biblia dice que a
la novia se le ha concedido que se vista de lino fino (Ap
19:8), que es el
revestimiento del cuerpo celestial. Por lo tanto debemos
esforzarnos por ser
hallados irreprensibles en espíritu, alma y cuerpo ( 1 Tes
5:23).
El
código theomaticas en la Biblia prueba conclusivamente que cada persona quien
es nacida en este mundo - pre existió en los cielos- somos los ángeles caídos
quienes fuimos lanzados fuera a traído a la tierra. Literalmente. Es por eso
que la Biblia enseña que los hombres y mujeres nacen siendo pecadores.
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